El reciente asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise, se suma a una lista oscura de magnicidios contra importantes líderes en América Latina, que van desde Salvador Allende en Chile hasta Anastasio Somoza en Nicaragua.
El miércoles pasado, mercenarios extranjeros asesinaron a Moise en su hogar e hirieron gravemente a su esposa Martine. En Haití no es la primera vez que un presidente es víctima de homicidio. El 27 de julio de 1915, el por entonces mandatario del país caribeño, Vilbrun Guillaume Sam, fue asesinado por una turba enfurecida después de esconderse en la embajada francesa, a donde el líder se había dirigido para solicitar asilo.
Un año más tarde, el presidente de Bolivia, Gualberto Villarroel, murió apuñalado a manos de una turba de gente que se había sublevado en protesta por la grave crisis social y económica que vivía el país y tras una revolución popular.
Cuatro años después, el 13 noviembre de 1950, Carlos Delgado Chalbaud, presidente de la Junta Militar de Venezuela, fue secuestrado y posteriormente asesinado por disparos en el interior de una casa en la urbanización Las Mercedes (Caracas), en el único magnicidio ocurrido en Venezuela.
Panamá también cuenta con un magnicidio cuando, el 2 de enero de 1955, su entonces presidente José Antonio Remón murió por disparos mientras presenciaba una carrera de caballos en el palco presidencial del hipódromo Juan Franco de Panamá. No se hallaron a los autores, aunque algunas hipótesis apuntaron a personalidades de la política local, la mafia italiana e incluso la CIA.
Otro jefe de Estado panameño, Omar Torrijos, murió en un accidente aéreo el 31 de julio de 1981. Sin embargo, para el grueso de los analistas, se trató en realidad de un sabotaje al avión y por lo tanto de un magnicidio, aunque nunca se investigó de modo exhaustivo lo ocurrido.
Los Somoza
Al año siguiente, el 21 septiembre de 1956, murió asesinado en Nicaragua el dictador Anastasio Somoza García, a manos de Rigoberto López Pérez, un poeta de filiación liberal, quien lo hirió de muerte de varios disparos, en León, al noroeste de Managua.
El 17 septiembre 1980 murió su hijo Anastasio Somoza Debayle, el último de la dinastía somozista y quien, tras renunciar a su cargo y exiliarse a Paraguay, fue tiroteado por un comando guerrillero argentino durante una emboscada mientras viajaba en su vehículo en una céntrica avenida de Asunción.
Guatemala ha tenido también un único magnicidio el 26 julio de 1957, cuando Carlos Castillo Armas, al igual que ha sucedido con el presidente de Haití, fue asesinado en el interior de la casa presidencial. En 2017 el escritor y político dominicano Tony Raful señaló en un libro que el magnicidio fue ordenado por el dictador de la República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo por motivos “emocionales” al negarle Castillo en una ocasión una condecoración.
También el propio Trujillo, quien llegó al poder en 1930 y encabezó durante treinta años una de las más implacables tiranías de América Latina, fue ametrallado el 30 mayo de 1961 en una emboscada mientras viajaba en su vehículo en la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal.
El 11 de septiembre de 1973, el entonces presidente de Chile, Salvador Allende, murió durante el golpe de Estado y posterior bombardeo al Palacio de la Moneda en Santiago de Chile perpetrado por Augusto Pinochet. Aunque la versión oficial de la instaurada Junta Militar reiteró que él se quitó la vida, esa teoría fue descartada por sus seguidores y a día de hoy sigue sin estar aclarado.
Los que eludieron la muerte
El dictador cubana, Fidel Castro, logró sobrevivir a una gran cantidad de intentos de asesinato. Según el diario español El Mundo, al ex presidente quisieron asesinarlo en 638 operaciones con todo tipo de armas, pero ni espías, ni la mafia, ni los antirrevolucionarios, ni los suicidas consiguieron su objetivo.
El régimen convirtió en leyenda la “inmortalidad” de Fidel, lo que llevó a l ex presidente Hugo Chávez y al dictador Nicolás Maduro a intentar construir una propaganda bolivariana similar. Ambos se jactaron en repetidas oportunidades de haber sido blanco de ataque, pero nunca se logró probar que fuera verdad.
Otro dictador, el chileno Augusto Pinochet, también le escapó a la muerte cuando una emboscada del Frente Patriótico Manuel Rodríguez buscó acabar con su vida.
Más cercano en el tiempo, hace apenas dos semanas, el helicóptero del presidente colombiano, Iván Duque, recibió varios disparos. Los servicios de Inteligencia del país investigan por el ataque al Ejército de Liberación Nacional (ELN), guerrilla aliada del régimen chavista.