Anna Sorókina, la estafadora alemana de origen ruso que engañó a la alta sociedad neoyorquina con el objetivo de financiar su lujoso estilo de vida, criticó la nueva serie de Netflix basada en su historia ‘Inventando a Anna’ (‘¿Quién es Anna?’ en España).
También conocida como Anna Delvey, la falsa heredera alemana que actualmente se encuentra bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de EE.UU., dijo en una entrevista con Insider que no «parece que vaya a ver» la serie en el corto plazo. «Incluso si pudiera mover algunos hilos y hacerlo realidad, nada de ver una versión ficticia de mí misma en este escenario de manicomio criminal me parece atractivo», agregó.
Su postura, más allá del descontento con la miniserie, se basa en su inconformidad con su situación actual. «Durante mucho tiempo, tuve la esperanza de que para cuando saliera ‘Inventando a Anna’ habría seguido adelante con mi vida. Imaginé que el programa sería una especie de conclusión que resumía y cerraba un largo capítulo que había llegado a su fin», expresó.
A pesar de su curiosidad por ver la interpretación de todo el material recolectado durante casi cuatro años para su personaje, Anna dice que no logra evitar sentirse como «una idea de último momento» y resalta que hay cosas que no se verán en el programa, desde su hábito recién adquirido de morderse «la piel alrededor de las uñas» hasta llegar a sangrar, o la falta de privacidad en la cárcel e incluso el «aislamiento médico» cuando contrajo covid-19.
Por otro lado, Rachael Williams, examiga y víctima de la estafadora, también criticó la producción de Netflix al considerarla una celebración «a una criminal sociópata y narcisista», diseñada para crear «empatía por un personaje que carece de ella».
Williams era periodista de la revista Vanity Fair cuando conoció a Sorókina, y en una entrevista con la misma denunció al programa por «compensar» sus crímenes. Además, rechazó el retrato que se hace sobre su persona, «una seguidora nata cuya ciega adoración por Anna casi destruye su trabajo, su reputación y su vida». «Decir que una mujer es la creación de otra persona va en contra de una narrativa feminista», expresó al tiempo que cuestionó la veracidad de varios hechos, sin entrar en detalles.