Por Emilia Santos Frias. – Nadie podrá jamás poner en duda que la riqueza de un país se mide por el nivel educativo que tiene su población. Esto asi, porque la educación es un tesoro que resulta más importante que el dinero, sin ella, no vamos a ninguna parte en este mundo, como solía decir el defensor de los derechos humanos, Malcolm X.
Es por ello, que todo ser humano además de alimentar el cuerpo físicamente, debe nutrir la mente continuamente. Así, hace un valioso trabajo al prójimo; a su comunidad, ya sea desde la individualidad o la colectividad, en empresas privadas, asociaciones sin fines de lucro o desde la notable buena administración pública; estrategia que prevé que la persona servidora llegue a ella por su formación academica, competencia, méritos, valores universales, educación doméstica…, y permanezca, al cumplir a cabalidad todos sus deberes, entre ellos, proteger derechos fundamentales.
Sin embargo, somos conscientes de que muchas personas, poseedoras de títulos y formación académica podrían carecer de inteligencia, incluso la emocional. Esto parece una paradoja, pero no lo es, muchos son los casos que trascienden con frecuencia en ante la opinión pública, verbigracia los constantes desatinos que cometen pseudos funcionarios que llegaron a puestos, pese a sus bloqueos educacionales.
La falta de calidad en el desempeño laboral ha sido el sello de algunas figuras activas en la administración pública; una acción inconcebible, que por ende vulneran el derecho social al trabajo y otros fundamentales de la población, prescritos además, en la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Carta Social Europea, el Protocolo de San Salvador, la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, entre otros.
Bochornosos y alarmantes ejemplos en plena Era de la Información y la Tecnología; un siglo de grandes avances en todas las ciencias.
Es una vergüenza como nación y mal ejemplo a la juventud, colocar como gerentes y servidores de la cosa pública a personas con marcada carencias formativas, en valores y mayúsculos desconocimiento de la buena norma, entre ellas la Carta Magna y la Ley 41_08 de Función Pública. Esto solo ofrece retroceso al.m desarrollo social.
Esa inexcusable acción compromete asimismo, el legado de valores universales como honestidad, transparencia y la integridad, que estamos destinados a dejar las personas trabajadoras. Como sabemos, estos, también constituyen principios y sostén de la buena administración pública, y con ella se ofrece felicidad a la población.
Es bien sabido que el trabajo es un derecho, un deber y una función social, así lo cita nuestra ley suprema, en su artículo 62, la que ademas, en el 63, asevera el derecho a una educación integral, de calidad y permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades que tiene toda persona, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. Justo lo que a muchas personas les falta para acceder al sistema educativo dominicano en sus distintos niveles.
Esto constituye aún un conflicto que debe ser gerenciado. Nos remite a todas las voces que han clamado para que el sistema educativo se fortalezca y con él desaparezcan usos y costumbres retrogradas; remanentes del tiempo dictatorial, que ya es un absurdo mantenerlas vivas, porque sencillamente, violentan derechos humanos.
A los cargos se llega por competencia y la experiencia se adquiere en el ejercicio profesional; hay que llegar con la debida educación de hogar y la formación académica que nos permitirá ofrecer servicios con responsabilidad, calidad, calidez, oportunidad, empatía…, en las necesidades que presente la población dominicana. La capacitación finaliza con el último halo de vida terrenal.
Si bien es cierto que toda persona tendrá derecho de acceder al servicio público en condiciones de igualdad,
uno de los principales requisitos es
demostrar capacidad o idoneidad para el buen desempeño del cargo asumido, para el cual también las instituciones ofrecerán inducción, formación y capacitación, a fin de que mejore el
desempeño de sus funciones.»Si respetas la importancia de tu trabajo, éste te devolverá, probablemente, el favor».
Como dijo un pensador, es menester trabajar, si no lo necesitamos para alimentarnos, lo buscamos como medicina. No olvidemos, las afirmaciones del moralista Seneca: el trabajo y la lucha, llaman siempre a las personas con mayor formación, o las del el polimatía Jean Jacques Rousseau, «a las plantas las endereza el cultivo; a los seres humanos la educación».
Hasta pronto