INFOBAE.- Las dosis de vacunas desarrolladas contra el COVID aún son efectivas para reducir el riesgo de complicaciones y muertes, si las personas quedan expuestas al SARS-CoV-2 y se infectan. Se administran a través de una inyección en el brazo.
Pero también se está avanzando lentamente en el desarrollo de vacunas nasales, que apuntan más a la prevención de la infección. Es decir, que se busca reducir el riesgo de que las personas se contagien.
Las dosis en las mucosas de la nariz se han pensado como una estrategia de vacunación que aporte inmunidad a más largo plazo. Durante 2022 se han estado evaluando 14 vacunas nasales contra el COVID en ensayos clínicos, según la Organización Mundial de la Salud.
También hay otras candidatas vacunales en estudios preclínicos, como ocurre en la Argentina y en los Estados Unidos. En algunos, como en la India y China, ya se han autorizado para uso de emergencia.
El coronavirus ingresa en el organismo a través de gotitas o aerosoles que entran en la nariz, la boca o los ojos. Puede causar una enfermedad grave si desciende profundamente a los pulmones y provoca una respuesta inmune hiperactiva e inflamatoria. Esto significa que el primer contacto del virus con el sistema inmunitario es probablemente a través de las superficies de la nariz, la boca y la garganta.
Cuando las personas adquieren la infección se generan los anticuerpos IgA en la saliva, el líquido nasal y las lágrimas. Son respuestas inmunes de las mucosas. Algunas investigaciones sugieren que si esas respuestas de anticuerpos IgA se forman como resultado de la vacunación se puede hacer que el virus solo quede confinado a la nariz y que no ingrese al resto del organismo.
Desde ese enfoque se desarrollan las vacunas que pueden administrarse por vía mucosa a través de la boca o la nariz. Se busca que las secreciones mucosas produzcan anticuerpos IgA. Ya existían este tipo de vacunas para la gripe, que se administra por vía nasal. Entonces, las vacunas nasales contra el COVID podrían ser una alternativa más accesible a las inyecciones para los pacientes reacios a las agujas.
De acuerdo con el profesor emérito de microbiología e inmunología de la Universidad de Buffalo, Michael Russell, las vacunas aplicables en las mucosas tienen ventajas. “La mejor manera de proteger a una persona contra el COVID-19 es bloquear el virus en su punto de entrada o, al menos, confinarlo a las vías respiratorias superiores, donde puede causar relativamente pocos daños”, escribió en un artículo en The Conversation.
Se considera que si las vacunas nasales generan anticuerpos IgA se podría neutralizar al coronavirus y disminuir así su transmisibilidad. En cambio, las inmunizaciones actuales —que se han aplicado por inyección en el brazo— no inducen respuestas de anticuerpos IgA.
Uno de los desarrollos en estudio se lleva a cabo en la Universidad de Yale, en los Estados Unidos. Según contó la científica Akiko Iwasaki durante un seminario web organizado por la Unión Internacional de Sociedades de Inmunología, la vacuna nasal que investiga con su equipo podría usarse como dosis de refuerzo. Permitiría “una inducción inmunitaria robusta en la cavidad nasal, así como en el tracto respiratorio inferior, estableciendo células de memoria resonantes tisulares”.
En el estudio, los investigadores administraron la vacuna nasal a ratones y hámsteres. Tuvieron resultados prometedores y el siguiente paso será probar la eficacia y posible toxicidad de la vacuna en primates no humanos, lo que puede llevar aproximadamente entre 6 y 12 meses.
En diálogo con Infobae, el doctor Guillermo Docena, de la Universidad Nacional de La Plata y el Conicet, afirmó que “las vacunas actuales están funcionando para prevenir casos graves de COVID. Mientras tanto, se están desarrollando las vacunas nasales para frenar la transmisión del virus. Estimulan la mucosa nasal y debería aumentar el anticuerpo IgA y producir más rápido inmunidad celular”.
El doctor Docena y su equipo están también desarrollando una vacuna sistémica —que llaman Argenvac— que se administraría por vía intramuscular y otra versión que se aplica por vía nasal. “En nuestros estudios preclínicos, la combinación de ambas vacunas intramuscular y nasal permitiría una mejor protección. Pero aún lo estamos investigando”, contó.
“La gran ventaja de las vacunas nasales será que no solo prevendrá los cuadros graves del COVID-19, sino también bloqueará la transmisión y generará una inmunidad más duradera”, resaltó Docena.
En Australia, también se desarrolla una investigación sobre otra vacuna nasal, que recibió un subsidio de casi un millón de dólares. Será realizada en el Centenary Institute y la Universidad de Sidney. El investigador jefe, el profesor Warwick Britton, afirmó que urgen nuevas estrategias de vacunación.
“Aunque las vacunas aprobadas reducen sustancialmente la gravedad de la enfermedad y la hospitalización, hay pocas pruebas de que bloqueen la transmisión del virus, especialmente en el caso de las nuevas variantes emergentes”, afirmó.
“Esto se debe a que las vacunas intramusculares actuales no estimulan la producción de anticuerpos neutralizantes del virus ni de células T en la cavidad nasal y las vías respiratorias, lugares donde comienza la infección en el organismo”, explicó. Una parte fundamental de la investigación será el desarrollo de una forma estable de la vacuna en polvo seco para facilitar la administración nasal.
A principios de diciembre, el Gobierno de China autorizó el uso de emergencia de una vacuna en aerosol nasal contra el COVID. Fue desarrollada por el microbiólogo de Hong Kong Yuen Kwok-yung y su equipo, en colaboración con una universidad y una empresa farmacéutica de China continental, Wantai.
En tanto, en la India, el fabricante de vacunas Bharat Biotech International Limited anunció esta semana que comercializará la vacuna nasal iNCOVACC a fines de enero de 2023. Se usará como dosis de refuerzo después de haber recibido el esquema primario con vacunas por inyección.