Haití vive una aparente calma este viernes tras los actos violentos del jueves, cuando policías atacaron la residencia privada del primer ministro, Ariel Henry, por la indiferencia de las autoridades frente a la muerte de más de una decena de agentes a manos de grupos armados este mes.
Las escuelas, sin embargo, decidieron cerrar sus puestas por segundo día consecutivo como medida preventiva.
Hasta el momento, ni el Gobierno ni la Policía Nacional se han pronunciado públicamente sobre lo acontecido el jueves, que provocó la paralización de las actividades comerciales.
Durante el ataque del jueves a la residencia de Henry, ubicada en el sector Delmas 60, en Puerto Príncipe, se registraron daños materiales y se oyeron fuertes disparos, mientras que varios vehículos resultaron con los cristales rotos.
Posteriormente, los manifestantes trasladaron su protesta a los alrededores del aeropuerto Toussaint Louverture de Puerto Príncipe, donde levantaron barricadas y quemaron neumáticos, provocando la paralización del tráfico y retrasando el aterrizaje del avión en el que Henry regresaba de Argentina tras participar en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
La permanente crisis de Haití
Haití vive inmerso en una aguda crisis en todos los órdenes y en una espiral de violencia, ante lo cual sus autoridades han pedido el envío de una fuerza extranjera.
Esa operación fue solicitada oficialmente el pasado octubre por el Gobierno haitiano y respaldada por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, quien propuso establecer una «fuerza de acción rápida» compuesta por militares de uno o varios países y no bajo bandera de la ONU.
Sin embargo, el proyecto por ahora no se ha cristalizado a falta de encontrar un Estado dispuesto a liderarlo, según fuentes diplomáticas.
Estados Unidos y Canadá han impulsado conversaciones sobre esta cuestión, pero hasta el momento no han mostrado intención de encabezar la operación, según esas mismas fuentes.