El jurado designado para el caso por violación y difamación de la escritora E. Jean Carroll a manos del expresidente Donald Trump se retiró a deliberar tras recibir las instrucciones del juez Lewis Kaplan, que durante dos semanas ha presidido el caso.
Los nueve miembros del jurado (cinco de ellos hombres), cuya identidad no conocen ni siquiera los abogados por orden del mismo juez, tienen que tomar una decisión por unanimidad sobre si el testimonio de Carroll de que fue violada en el probador de unos grandes almacenes por Trump a mediados de los años noventa merece credibilidad.
Si así fuera, en el caso de encontrar a Trump culpable de alguno de los delitos, el jurado deberá determinar también la cuantía de la indemnización que le tocará recibir a Carroll.
El juez explicó durante una hora y media a los miembros del jurado que deben alcanzar “más allá de la duda razonable” una decisión en este juicio que se celebra por la vía civil y que por consiguiente no lleva aparejada pena de prisión, sino solo pecuniaria.
Les expuso la razón de que unos hechos sucedidos hace 25 años se juzguen ahora, y es por la aprobación el año pasado en el estado de Nueva York de una “ventana legal” que permite a las víctimas denunciar delitos sexuales que ya estuvieran prescritos.
Una prolija descripción de la agresión sexual
Kaplan entregó a cada uno de ellos un formulario con diez preguntas a las que deben responder sí o no -y posteriormente discutir entre ellos-, y se tomó su tiempo para explicarles lo que significaba una agresión sexual y conceptos como “consentimiento”, “tocamientos indebidos” o “uso de la fuerza con fines sexuales”.
Explicó de forma gráfica que una penetración no consentida es una violación, aunque no termine en un orgasmo, o lo que significa “tocamientos forzosos” si van unidos al propósito de una “gratificación sexual”.
Les recordó además que se juzgaba en esta ocasión también lo que Trump escribió en las redes sociales al conocer la denuncia de Carroll, y por qué ella alegaba que eso le había producido “daños emocionales”, por lo que les tocaba dilucidar si “hubo intención de hacer daño” en las palabras de Trump.
Kaplan puso énfasis en que las decisiones que alcancen deben basarse en “las evidencias claras” que los nueve miembros del jurado han escuchado en el juicio y que consideran pudieron “ser probadas de manera convincente”, sin dejarse llevar por sus opiniones ni los comentarios ajenos, ni aun de los abogados defensores o acusadores.
Todas las explicaciones de Kaplan se hicieron en presencia de Carroll, que acudió a la sesión de hoy con un traje de color crema y acompañada de sus abogados.
Poco antes del mediodía, el juez instruyó al jurado para que se retirase a una sala a deliberar, donde tienen a su disposición una pantalla en la que consultar numerosa documentación referente al caso, y les animó a consultarle a él si surgieran nuevas dudas.
En las inmediaciones del tribunal era muy grande la expectación entre los periodistas, pero solo se habían concentrado en el lugar un grupito de seis personas, todas ellas antitrumpistas, que enarbolaban ante los reporteros carteles que decían: “Creemos a Carroll”, “Las mentiras tienen consecuencias” y “Trump es un depredador”.
Las deliberaciones pueden ahora dudar horas o incluso días, y el jurado se reunirá en sesiones de mañana y tarde hasta llegar a una decisión unánime.