De manera inédita, artistas internacionales han comenzado a reconocer depresiones, ataques de pánico y de ansiedad, estrés postraumático, agotamiento físico y emocional, inseguridades y sentimientos de soledad que afectan sus carreras y que, en muchos casos, los ha obligado a hacer una pausa.
La relación entre la fama y los problemas de salud mental es cada vez más transparente. Esta semana fue el turno de Miley Cyrus, la artista que, a pesar de que lidera los rankings mundiales con su canción ‘Flowers’, confirmó que no piensa realizar ninguna gira porque prefiere no enfrentarse a las multitudes.
«Me encanta actuar, especialmente para mi equipo, pero cantar frente a cientos de miles de personas no es realmente lo que más me gusta. No hay conexión. No hay seguridad. Me resulta muy difícil complacer a 100.000 personas simultáneamente. Además, es antinatural. Te sientes aislada porque estás frente a 100.000 personas, pero estás sola», explicó en una entrevista con la revista Vogue.
Cyrus, de 30 años, se ha mantenido firme en esa decisión desde 2014, es decir, cuando tenía apenas 22 años y ya cumplía una larga carrera, puesto que saltó a la fama desde que era una adolescente. Sus declaraciones han reabierto un debate sobre el impacto de la fama en la salud mental.
En Argentina se sumó estos días el caso de La Joaqui, una rapera de 28 años y parte de la nueva, vasta y exitosa generación de artistas urbanos latinoamericanos que triunfan en otras latitudes. En su momento de mayor auge, de manera sorpresiva canceló todas sus presentaciones y cerró sus redes sociales.
«Espero que todos estén bien. Hoy quiero compartirles una noticia personal. Debido a motivos de estrés traumático, he decidido tomarme un tiempo para cuidar mi salud y mi bienestar. Por esta razón, lamentablemente, no podré realizar más shows hasta nuevo aviso», explicó en su última historia de Instagram.
Poco antes, el español Alejandro Sanz ya había alarmado a sus fanes.
«Estoy triste»
A fines de mayo, Sanz, que se encuentra en medio de una gira latinoamericana que registra localidades agotadas en todos los estadios en los que se presenta, reveló públicamente su estado anímico por primera vez, ya que a lo largo de su carrera se ha esforzado por mantener al máximo su privacidad.
«No estoy bien. No sé si esto sirve de algo pero quiero decirlo. Estoy triste y cansado. Por si alguien más cree que hay que ser siempre una brisa de mar o un fuego artificial en una noche de verano», escribió en sus redes sociales, lo que desató especulaciones sobre la posibles cancelación de recitales que, luego, él mismo desmintió.
«Estoy trabajando para que se me pase… llegaré a los escenarios y algo dentro me dirá que hacer. Pero a veces no quiero ni estar. Literalmente. Solo por ser sincero. Por no entrar al ruido inútil. Sé que hay gente que se siente así. Si te sirve, yo me siento igual», dijo en un mensaje que preocupó pero que, al mismo tiempo, fue reconocido porque ayuda a desestigmatizar la depresión.
Quien sí suspendió una gira en 2017 por sus problemas de depresión fue Justin Bieber. El cantautor canadiense ha contado en varias ocasiones que a los 15 años, cuando se convirtió en un ídolo mundial, comenzó a consumir drogas legales e ilegales para tratar de combatir la ansiedad.
Hoy, que ya tiene 29 años, sigue lidiando con sus problemas de salud mental que, en los peores momentos de su vida, incluso le generaron pensamientos suicidas porque sentía que no podía soportar más dolor. En 2019, al igual que ahora ocurre con Sanz, preocupó con un mensaje en sus redes sociales.
«He estado pasándolo mal y sintiéndome muy desconectado y raro. Siempre consigo recuperarme, así que no estoy preocupado. Solo quería hablarles y pedirles que recen por mí. Dios es leal y sus plegarias son escuchadas», dijo antes de continuar sus tratamientos contra la depresión.
Más casos
Zayn Malik, eximiembro de One Direction, la ‘boy band’ más famosa a nivel internacional de las últimas décadas, no canta en vivo desde 2017. Para entonces, recién llevaba un par de años como solista, pero las frecuentes crisis de ansiedad le impidieron continuar con su carrera. Tenía apenas 24 años.
«La ansiedad que me ha estado persiguiendo los últimos meses se ha llevado lo mejor de mí, sé que los que sufren de ansiedad me entenderán», escribió el artista británico al suspender su gira. Desde entonces, no ha vuelto a los escenarios.
En su autobiografía, Malik ofreció más detalles sobre estas crisis: «Enfermé, no podía respirar. Intenté salir de mi casa para subirme a un coche y que me llevara al estadio, pero solo podía moverme un poco antes de golpearme contra un muro imaginario. Me di cuenta de que no estoy capacitado para seguir este ritmo».
El año pasado, el canadiense Shawn Mendes anunció que suspendía su gira mundial para atender sus problemas de salud mental.
«En este momento debo poner mi salud como mi principal prioridad. Esto no significa que no vaya a hacer nueva música y no puedo esperar a veros de gira en el futuro», escribió en un comunicado. Hacía tiempo había revelado que padecía ataques de ansiedad y dismorfia corporal, es decir, que nunca se sentía conforme con su cuerpo.
Una situación similar enfrentó Taylor Swift, la cantautora estadounidense que actualmente está inmersa en una exitosa gira mundial, pero que hace años reconoció que la fama y la presión de la opinión pública le habían provocado trastornos de alimentación y crisis de ansiedad que, gracias a los tratamientos que hizo, logró superar.
Fuente RT