Horas antes de la asunción del presidente electo, Javier Milei, el bolsillo de los argentinos se prepara para el impacto que causará el aumento en el precio de la nafta y el alza en los alimentos.
La noche del pasado jueves, las estaciones de servicio Shell y Puma Energy reportaron una suba de 15 % en promedio. A partir de ahora, el litro de gasolina costará en promedio 398 pesos (1,09 dólares) en Buenos Aires y el de gasoil 544 pesos (1,5 dólares), según el Diario Petrolero.
A estos incrementos se adicionó el de la petrolera YPF, de la cual el Estado posee 51 %, que le subió 30 % precio del combustible, tras haber hecho un aumento previo de 10 % el 25 de noviembre.
Así, sus precios en Buenos Aires quedaron de la siguiente manera: nafta súper, 404 pesos (1,05 dólares) y nafta premium, 499 pesos (1,3 dólares). Por otra parte, el diésel subió a 426 pesos (1,17 dólares) y el diésel premium a 543 pesos (1,49 dólares), según Perfil.
Horizonte de privatización
Milei aseveró que buscará reprivatizar la empresa que se nacionalizó en 2012 y para ello nombró como presidente y CEO a Horacio Marín.
Al frente de la cartera de Energía, el mandatario entrante anunció que estará Eduardo Rodríguez Chirillo, un «figura prominente de la privatización» impulsada por el fallecido expresidente Carlos Menem (1989-1999).
Antes de ser designado, Rodríguez Chirillo dijo a Surtidores que estaban trabajando en «una solución integral que permita una transición a un libre mercado«.
«La situación actual de regulación de precios en surtidor no es compatible con los precios que pagan las refinerías, especialmente luego de la devaluación. Hay que devolverle sostenibilidad al mercado», dijo.
En su opinión, debe apuntarse a la «fluctuación libre» y «sin el control indirecto que hoy ejerce el Gobierno en el mercado a través de YPF», que según ratificó, será privatizada.
¿Y qué pasara con los alimentos?
En la prensa argentina han circulado informaciones donde se estima una subida de hasta 40 % en el costo de los alimentos y artículos de higiene personal y limpieza, lo que presagiaría el fin de la política de precios justos, impulsada desde el Ejecutivo.
En los comercios de venta de víveres se ha reportado el remarcaje de sus precios, recoge El Destape. Según los testimonios de algunos comerciantes consultados, el aumento tiene que ver con la expectativa de una devaluación del dólar oficial que podría venderse por entre 600 y 650 pesos conforme a los llamados «valores razonables» estimados por el entrante ministro del Interior, Guillermo Francos.
Ese mismo medio recoge que los mayoristas dieron cuenta de una mejoría en el abastecimiento tras el comienzo de la liberación de precios, por lo que esto apuntaría a que mantenían prácticas especulativas.
