Santo Domingo.- Mediante el decreto número 562-24, de fecha de hoy, el presidente Luis Abinader declaró día de duelo oficial el martes 1 de octubre del presente año con motivo del fallecimiento de Osvaldo José Virgil Pichardo. En consecuencia, y como es de rigor, se instruyó al Ministerio de Defensa a que rinda los honores militares a este prominente ciudadano dominicano y se dispuso que la Bandera Nacional deberá ondear a media asta el día señalado en los recintos militares y edificios públicos en todo el país.
En la motivación del decreto se señala que Osvaldo Virgil (también conocido como Ozzie Virgil) fue un destacado jugador de beisbol dominicano, que tuvo el mérito de ser el primero en jugar en las Ligas Mayores del Béisbol (MLB, por sus siglas en inglés), que es la más importante liga profesional de este deporte en todo el mundo. Debutó con los Gigantes de New York el 23 de septiembre de 1956 y abrió con ello las puertas a cientos de jugadores dominicanos que han dado reconocimiento y gloria deportiva a la nación.
Osvaldo José Virgil Pichardo nació el 17 de mayo de 1932 en Montecristi, República Dominicana, iniciando su camino en el deporte profesional con el equipo Leones del Escogido en 1955. Jugó también con el equipo Águilas Cibaeñas y ganó numerosas distinciones durante su carrera local, que se extendió hasta 1970.
En el ámbito internacional, Osvaldo Virgil jugó además con otros equipos, como los Detroit Tigers (1958, 1960-1961), Kansas City Athletics (1961), Baltimore Orioles (1962), Pittsbutgh Pirates (1965) y San Francisco Giants (1966, 1969). Por demás, tras culminar su carrera como jugador activo, en la que destacó por su habilidad para jugar en las más diversas posiciones, tuvo también una prolongada carrera como preparador y entrenador, tanto para equipos de las Grandes Liga como para equipos de las ligas profesionales en República Dominicana y Venezuela.
Al momento de su partida, acaecida el pasado domingo 29 de septiembre, Osvaldo Virgil tenía 92 años de edad en los cuáles había destacado siempre por su comportamiento correcto, su disciplina en el deporte y su impronta de un legado imperecedero, lo que le hizo merecedor de innumerables reconocimientos durante su vida.