Por Emilia Santos Frias.-
La educación es el vestido de gala para asistir a la fiesta de la vida, afirma el literato Miguel Rojas Sánchez. Me llena de regocijo ver como espectadora el compromiso que asume gran parte de la juventud; que tiene exposición mundial, y la usa para solicitar, denunciar, que en sus países se fortalezca la educación sistemática. La respuesta de la segunda finalista del certamen de belleza Miss Universo 2023, Andreína Martínez, dio en la diana, nos esperaba menos de esta coterránea.
Ella sin querer o queriendo emuló el sentir de su cuasi tocaya, nuestra inmensa Andrea Evangelina Rodríguez Perozo, primera médica dominicana, que en 1925 accionó para que en las aulas de las escuelas de la querida República Dominicana, se impartiera la asignatura educación sexual y reproductiva. ¡Demasiado adelantada para la mente de sus insustanciales colegas contemporáneos! Fue una autoridad académica, que utilizó sus especialidades realizadas en Francia, para hacer aportes a la educación y las buenas prácticas en salud, además de contribuir a la protección de otros derechos fundamentales, siempre haciendo hincapié en la población vulnerable.
La joven modelo, al ser cuestionada en el citado certamen acerca de ¿cuál es el obstáculo más significativo que enfrentan las mujeres en su país, y qué debe hacerse al respecto?, con marcada seguridad, aseveró que es “el acceso a educación, porque, hay un gran número de mujeres y menores de edad que no pueden asistir a la escuela.”, parafraseándola, aseguro que hay deficiencia en el acceso para ellas y ellos y debemos hacer algo ahora. Tenemos que asegurarnos de que los niños y las niñas sean justamente eso; que puedan jugar y educarse a temprana edad, y en el caso de la hembras no ser madres y esposas, por eso, este es el momento para tomar acción y asegurarnos de que en la República Dominicana tengamos educación.
La beldad dominicana, con esta iniciativa, al tiempo que hace aporte a la cultura, muestra compromiso social con su nación. La belleza puede ser pasajera, pero los aportes que hacemos a nuestros pueblos pueden ser perennes. Debemos reconocer que ella, con galantería alzó su voz por una causa real, justa; que nos llama a garantizar derechos humanos fundamentales, protección efectiva y oportuna de las niñas, mujeres y otros grupos vulnerables de nuestra población.
Porque es lastimosa la cantidad de niñas y mujeres, esposas y madres, sin haberse educado previamente de manera sistemática, quizás debido a la falta de prioridad de políticas públicas oportunas, serias, por tanto, garantías de derechos fundamentales en nuestra población.
No hay duda de que, la familia no asume su compromiso con cada integrante; hay desidia rampante en la formación de hijos e hijas, que deben ser guiados permanentemente con cuidado; con amor, pero no. Lo que propicia que sus influenciadores en vez de ser papá y mamá, sean personas carentes de valores y propósitos de bienestar social. A esas admiran y emulan. ¡Habrá llanto y crujir de dientes! El futuro traerá las consecuencias de este descuido.
En nuestro país aunque las niñas y las mujeres…todas y todos tenemos derecho constitucional a la educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, esta franja poblacional no lo disfruta plenamente, impidiese así, su formación integral a lo largo de toda su vida, el desarrollo de su potencial creativo y de sus valores éticos; el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica y a los demás bienes y valores de la cultura, como indica la Carta Magna.
“…El Estado garantiza la educación pública gratuita y la declara obligatoria en el nivel inicial, básico y medio…; velará por la gratuidad y la calidad de la educación general, el cumplimiento de sus fines y la formación moral, intelectual y física del educando…; erradicación del analfabetismo y la educación de personas con necesidades especiales y con capacidades excepcionales…”.
Nuestra nación es signataria de las convenciones internacionales relacionadas con derechos humanos; su responsabilidad es respetar la norma, asegurar, proteger derechos y promoverlos. Entre ellos, eliminar toda forma de discriminación hacia la mujer; derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales: la educación, recreación, salud, alimentación; vivienda adecuada; seguridad social; participación en la vida cultural, el medioambiente sano; agua y el trabajo. …, son parte de ellos.
Existe consenso en la demanda de garantía del derecho humano y fundamental educación, ella es la vida en sí misma, dicen los educadores; el arma más poderosa para cambiar el mundo; pasaporte al futuro, al avance del conocimiento y a la diseminación de la verdad, como concordaron connotados patriotas del mundo. ¡Gracias Andreína, enhorabuena!, que tu clamor pueda ser escuchado por nuestra autoridades, por la pujante y consciente ciudadanía; por todas y todos, para juntos accionar en busca del cambio social que merecemos, así como en la preservación de derechos de nuestra población haciendo hincapié en la vulnerable. Ya no seamos indiferentes, su dolor nos incumbe a todas y todos.
Hasta pronto
La autora reside en Santo Domingo