Las estrategias para impulsar, a nivel personal, la actividad física y el adelgazamiento pueden variar, pero su éxito depende de la personalidad, ciertas características demográficas, psicológicas y el comportamiento de cada uno.
Así lo estima un estudio publicado esta semana en la revista PLOS ONE, que destacó tres fenotipos en el conjunto de personas interesadas en el control del peso.
El equipo investigador, varios médicos y psicólogos estadounidenses, revisaron los resultados de un reciente ensayo clínico en 602 adultos estadounidenses con sobrepeso u obesidad.
En ese análisis previo todo el conjunto de cientos de personas fue percibido como uniforme, y para tal conjunto una estrategia basada en la competencia para impulsar la actividad física resultaba más eficaz que las estrategias basadas en la colaboración o el apoyo social.
Las conclusiones serían muy diferentes si la muestra fuera dividida en grupos, según los científicos. Los autores analizaron matemáticamente distintos aspectos del comportamiento y observaron que hay individuos extrovertidos y motivados; menos sociables y menos activos; y también menos motivados y en riesgo.
Así, para el tercer grupo ninguna de las estrategias propuestas resultaba lo bastante eficaz como para conseguir algún efecto. La estrategia competitiva efectivamente impulsaba la actividad física en los participantes extrovertidos y motivados del programa clínico, pero este efecto se mantuvo solo durante el ensayo y era poco probable que siguieran aplicando esfuerzos después, a juzgar por sus características personales.
Finalmente, el grupo medio, compuesto de individuos menos activos y menos sociables, se mostraba igualmente dispuesto a aprovechar las estrategias basadas en la competencia y aquellas que priorizan la colaboración y el apoyo social.
Es decir, se ha demostrado que optar por una estrategia de lucha contra el sobrepeso y la escasa actividad no era productivo si no se tenía en cuenta la existencia de «clases latentes» dentro de cada muestra de población.
Los estudiosos recuerdan que «una talla no sirve para todos», y estiman que su enfoque divisorio es prometedor para diseñar la mejor manera de intervenir en el comportamiento de personas inactivas.