La NASA reporta haber recibido la primera señal de vuelta desde la órbita lunar, tras más de una década de intentos apuntando rayos láser hacia allí. La ‘respuesta’ se debe a un pequeño reflector instalado en la sonda espacial Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO, por sus siglas en inglés).
Además de este reflector orbital, en la Luna se encuentran cinco reflectores más, de mayor tamaño. Fueron instalados entre los años 1969 y 1973 por astronautas de tres misiones estadounidenses Apolo y también por los vehículos no tripulados de la URSS Lunojod 1 y Lunojod 2, pero sus señales se oscurecieron con el tiempo, posiblemente debido al polvo.
La NASA puso en órbita la sonda LRO en el año 2009, y desde entonces los astrónomos dispararon múltiples veces el láser en un intento de alcanzar su diminuto reflector, compuesto de 12 espejos en forma de una esquina de cubo. La tarea era apuntar un rayo al reflector y registrar la cantidad de tiempo que tardaba la luz en regresar, pero no funcionó durante años, dado que acertar no era tarea fácil.
Dicha tecnología tiene mucha importancia para la ciencia, sostiene la agencia espacial estadounidense. De hecho, esta exitosa medición ha facilitado algunos importantes descubrimientos, como la lenta separación de la Tierra y su satélite natural: en un promedio de 3,8 centímetros por año. Esta creciente brecha se debe a las interacciones gravitacionales entre ambos cuerpos.
La prueba
La luz cubre los 384.000 kilómetros de distancia que separan la Tierra y la Luna en 2,5 segundos aproximadamente. Las mediciones exactas permiten calcular la distancia entre los emisores de láser situados en la Tierra y los reflectores lunares con una precisión milimétrica.
«La precisión de esta única medida tiene el potencial de refinar nuestra comprensión de la gravedad y la evolución del sistema solar», aseguró Xiaoli Sun, colaborador científico del Observatorio Geofísico y Astronómico Goddard en Greenbelt, que había ayudado a diseñar el reflector para el LRO.
El uso de varios reflectores puso al descubierto en los últimos años unos mínimos bamboleos, que permiten apreciar que la Luna tiene un núcleo fluido. Las mediciones posteriores permitirían determinar si hay un núcleo sólido dentro de ese fluido, señaló Vishnu Viswanathan, quien también es investigador de Goddard.
En su opinión, conocer el interior de nuestro satélite «tiene mayores implicaciones que permiten abordar la evolución de la Luna» y explicar por qué tenía un fuerte campo magnético, que se lee en las muestras de rocas traídas a nuestro planeta hace décadas, en qué condiciones se había generado y «cómo se extinguió».
La NASA admite que el logro del reflejo conseguido se debe a la participación de la Universidad de Costa Azul en Grasse (Francia), que desarrolló una técnica que envía la luz infrarroja, en lugar de la longitud de onda de luz verde visible, utilizada por el Observatorio Goddard.