Economía

La política de Joe Biden hacia Irán: ¿continuidad o revisión?

La victoria de Joe Biden en las elecciones estadounidenses del pasado noviembre reavivó la esperanza de que Teherán y Washington logren salir del círculo vicioso de acusaciones mutuas y consigan salvar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, no hay que descartar la posibilidad de que esta visión optimista sobre el futuro de las relaciones bilaterales se vea frustrada por el peso del legado del expresidente Donald Trump, que retiró a su país del que se considera uno de los pactos multilaterales más importantes en las relaciones internacionales contemporáneas. 

El acuerdo como obstáculo

En julio de 2015 Irán y el Grupo 5+1 (Reino Unido, China, Francia, Rusia, EE.UU. y Alemania) firmaron el JCPOA, un acuerdo que implicaba el levantamiento por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, EE.UU. y la UE de las sanciones económicas y financieras impuestas contra la República Islámica. A cambio, Teherán debía garantizar la naturaleza exclusivamente pacífica de su programa nuclear.

En octubre de 2017, el entonces presidente de EE.UU. Donald Trump anunció la decisión de no certificar el pacto e imponer nuevas sanciones contra Irán, señalando que el JCPOA era «uno de los peores acuerdos» jamás firmados por su país y que el comportamiento de Teherán «rompía el espíritu» del documento. La noticia causó una reacción categórica por parte de las autoridades iraníes, que amenazaron con abandonar también el acuerdo y reanudar el desarrollo de su programa de armas nucleares si EE.UU. trataba de restablecer las sanciones. 

En mayo de 2018 Washington oficializó el abandono del acuerdo nuclear; el inquilino de la Casa Blanca arremetió entonces contra Teherán subrayando que la República Islámica es «el principal Estado patrocinador del terror» y anunciando el mayor nivel de sanciones contra el país. 

Los últimos dos años vieron un aumento de las tensiones entre EE.UU. e Irán, tal y como ilustran tanto la retórica como las acciones concretas implementadas por ambos Gobiernos. Ejemplo de ello fueron las declaraciones del presidente de Irán, Hasán Rohaní, que en junio de 2018 aseveró que su país «no cedería» a la presión y prometió «poner a EE.UU. de rodillas».

A su vez, Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense durante la era Trump, declaró que «la ira del mundo entero» caería sobre Irán si este empezaba a desarrollar armas nucleares. Otra de las medidas que contribuyeron a la tensión fue la decisión de EE.UU. de incluir a la Guardia Revolucionaria de Irán en la lista de organizaciones terroristas, a lo que el Parlamento de la República Islámica respondió declarando a las fuerzas estadounidenses en Oriente Medio como terroristas.

Mientras tanto, los otros firmantes del JPCOA activaron los mecanismos de la diplomacia multilateral para intentar convencer a ambas naciones de volver a la mesa de diálogo. 

A pesar de los esfuerzos, sin embargo, en mayo de 2019 Irán dejó de cumplir con varios compromisos «voluntarios» del tratado. En este contexto, EE.UU. continuó con su actitud contundente de ejercer «la máxima presión sobre Irán hasta que este cambiara su comportamiento». A medida que Washington reveló nuevas  rondas de medidas restrictivas, Teherán dio varios  pasos en la reducción de los compromisos previstos por el acuerdo nuclear.

En enero de 2020 el primer ministro británico, Boris Johnson, propuso reemplazar el documento de 2015 por «un [nuevo] acuerdo de Trump», una propuesta que las autoridades estadounidenses calificaron de satisfactoria pero que fue rechazada por el Gobierno iraní. Meses más tarde, el JCPOA se encontró al borde del colapso cuando en septiembre de 2020 EE.UU. informó de la restauración de todas las sanciones de la ONU contra Irán.

El acuerdo recibió otro golpe en noviembre de 2020 con el asesinato del prominente científico nuclear iraní Mohsen Fakhrizadeh cerca de Teherán, un crimen detrás del cual las autoridades de Irán vieron una conspiración de EE.UU., Israel y Arabia Saudita. 

¿Está Biden ante un campo minado en la nueva diplomacia con Irán?

Tras la derrota de los republicanos en las últimas elecciones norteamericanas, el presidente de Irán, Hasán Rohaní, aseguró que le alegraba que Donald Trump abandonara el cargo, y declaró que había llegado el momento de que «la próxima Administración de EE.UU. compensara los errores del pasado, respetara las reglas internacionales y volviera a cumplir las obligaciones internacionales». Estas esperanzas estaban fundamentadas en la vuelta al poder en EE.UU. de varios miembros del equipo del expresidente Barack Obama que trabajaron para desarrollar el pacto entre Irán y el Grupo 5+1.

Dos de los integrantes más destacados de ese equipo fueron el propio Joe Biden, vicepresidente durante el mandato de Obama, y Jake Sullivan, antiguo principal asesor en política exterior y actualmente consejero de Seguridad Nacional. Ambos participaron en las conversaciones multilaterales secretas que allanaron el camino hacia el acuerdo nuclear.

Durante su campaña presidencial, Biden publicó un artículo en CNN en el que trazó los fundamentos de su futura política exterior hacia la República Islámica. «Si Irán vuelve a cumplir estrictamente el acuerdo nuclear, EE.UU. entrará de nuevo en el acuerdo como punto de partida para las negociaciones de seguimiento«, explicó. En diciembre de 2020, Biden señaló que la mejor forma de conseguir cierta estabilidad en la región es «afrontar» el programa nuclear iraní. En este contexto, advirtió que si Irán obtuviera armas nucleares se iniciaría una carrera armamentista entre potencias regionales como Arabia Saudita, Turquía y Egipto. «Lo último que necesitamos en esa parte del mundo es una acumulación de capacidad nuclear», aseveró el presidente de EE.UU.

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