Madrid, 14 jun (EFE).- «Las redacciones están llenas de mujeres, pero eso no ha implicado que las mujeres alcancen puestos de dirección», dice a Efe la periodista dominicana Margarita Cordero, que ha visitado estos días la Feria del Libro de Madrid.
Desde muy pequeña, pudo palpar la diferencia que había entre la vida que llevaban los hombres y las mujeres de su época. Esa perspectiva, asegura, es la que la impulsó a ser parte de movimientos feministas que buscaban reivindicar derechos.
Cordero, quien en 2015 recibió el Premio Nacional de Periodismo, cuenta que uno de los ejemplos más claros de desigualdad fue la dificultad que tuvo para acceder a puestos de dirección en medios de comunicación.
«Las redacciones están llenas de mujeres, pero eso no ha implicado que las mujeres alcancen puestos de dirección», recalca a Efeminista.
Sin embargo, menciona que el feminismo está cambiando el mundo y es un proceso que «tiene toda la historia por delante».
PREGUNTA: Es usted feminista por su hermano, ¿puede contarnos esa historia?
RESPUESTA: Sí, me lo preguntaron por primera vez en una entrevista en el 82, que por qué yo era feminista y nunca me lo había preguntado. Para mí era algo que surgía de mi propia necesidad de estar en el mundo de una manera distinta de como estaban las mujeres.
Recuerdo que reflexioné en ese momento, por primera vez, que yo se lo debo a mi hermano porque somos cinco, cuatro hembras y un varón. Él es el tercero y yo la cuarta y él esperaba un hermano, cansado ya de las otras dos mujeres. Y me cuentan que él lloró cuando supo que yo era hembra.
Pero él decidió que yo iba a ser alguien con quien él iba a compartir independientemente de su sexo. Y yo le digo a él que me enseñó el privilegio de ser hombre en una sociedad machista. Y esos privilegios yo los transformé en una práctica de mujer.
P: ¿Vivir igual que él le dio ventajas?
R: Sí, es que mi vida fue tan diferente. Discurrió de una manera tan distinta a la de mis hermanas que no se iban con él de pesca, que no fumaron a los 13 años o no bebieron un trago a los 14 como yo. Mis hermanas, cuando los amigos de mi hermano llegaban, tenían que irse a la cocina. Yo no, yo me quedaba.
Eso me permitió hacer un contraste entre lo que era la vida de las mujeres, en ese marco tradicional, y lo que era una vida con una serie de accesos a cosas que como mujer yo no hubiera podido obtener. Más de la época que me tocó vivir cuando era adolescente.
«Ser mujer en un país subdesarrollado, con una cultura autoritaria, no solamente patriarcal y machista, sino autoritaria no es fácil».
P: ¿Cree que esa formación le ha ayudado en su vida profesional?
R: Ser mujer en un país subdesarrollado, con una cultura autoritaria, no solamente patriarcal y machista, sino autoritaria no es fácil. Cualquier cosa nos cuesta más que a cualquiera. Para las mujeres en un país del tercer mundo es todavía mucho más costoso alcanzar ciertos niveles.
De todas maneras, yo soy parte de una generación, que sin haber roto de manera radical algunos estereotipos, sí comenzó a participar en la vida pública imbuida de ideas distintas a las de nuestros padres y mucho más a las de nuestros abuelos. Algunas de esas cosas se transmitieron a las mujeres, por ejemplo la participación en la política pública, sobre todo en la época del post trujillismo.
P: Ha sido ejecutiva de importantes medios en su país, ¿ha vivido la desigualdad en su profesión?
R: Sí, mucho. El periodismo es una profesión, que creo que no es un fenómeno dominicano, que se ha feminizado mucho. Las escuelas y las redacciones están llenas de periodistas mujeres, pero eso no ha implicado que las mujeres alcancen puestos de dirección. Muchas periodistas tienen un gran renombre nacional, pero han sido productoras de sus propios espacios.
Pienso en Nuria Piera o en Alicia Ortega que son referentes de la comunicación televisiva y que son personas con un gran peso social como periodistas. Pero han sido mujeres que han creado sus propias empresas y los han mantenido durante todo el tiempo.
Ahora, el acceso a los puestos de dirección ya es más difícil. Hemos llegado hasta jefas de redacción. Yo fui directora ejecutiva de una revista que ya desapareció y después directora de un medio digital que también alcanzó un reconocimiento público muy importante.
P: ¿Y en ese camino tuvo obstáculos ajenos a la profesión?
R: Yo creo que siempre hay obstáculos. A veces uno no lo nota, pero está el hecho de que yo no hubiera podido alcanzar la dirección de un medio. Porque te digo que fui directora ejecutiva de la revista Rumbo, asistente del director en el periódico Diario Libre y alcancé otros niveles en otros medios. Pero la dirección de los medios, sobre todo los escritos, está copado por los hombres independientemente de su nivel profesional.
Eso no es una cosa que vale a la hora de decidir quién dirige o no un medio.
P: ¿Cree que el movimiento feminista está revolucionando esta forma de acceder a puestos de poder?
R: Yo creo que el feminismo ha cambiado el mundo, pero además lo va a seguir cambiando. Es como decía Octavio Paz: el feminismo es una revolución de cuenta larga. A diferencia de las otras revoluciones que tienen un período de vigencia social más o menos largo.
Pero el feminismo no, es un proceso que tiene toda la historia por delante. Y la está cambiando. La ha cambiado en mi país, en América Latina y en el mundo. Lo que sucede por ejemplo aquí en España es emocionante, no solamente ejemplarizador, sino emocionante.
P: ¿Qué nos hace falta hacer para seguir cambiando la historia?
R: Yo creo que falta mucho y yo no soy muy dada a pensar en soluciones estancas. Yo creo que cada proceso genera su propia dinámica. No es lo mismo el movimiento de mujeres en un país desarrollado, que el movimiento en un país como el mío, donde cerca del 38 % de los hogares tienen una mujer como jefa. Pero es el porcentaje de hogares más pobre, que viven en las peores condiciones.
Las políticas que desarrolla el feminismo son necesariamente distintas a las se que pueden desarrollar en un país donde las necesidades mínimas están cubiertas. En República Dominicana las necesidades básicas no están cubiertas para la mayoría de la población.
Entonces las estrategias feministas tienen que ser distintas a las que se desarrollan en otras circunstancias. Por eso te digo que no hay una salida, no hay una receta. Lo que sí nos une es la necesidad de romper con la subordinación, de construir una sociedad de iguales. Ahora, las vías para lograr eso las tiene que generar cada sociedad en particular.
P ¿Y en su país este movimiento está evolucionando al mismo nivel que en el resto del mundo?
R: Si tú me preguntas cuál es el peso del feminismo como movimiento, yo te diría que ha disminuido en las últimas dos o tres décadas. Que nuestras reivindicaciones son muy específicas y normalmente en el marco de los derechos fundamentales.
Por ejemplo, nosotras estamos desde hace unos años atrás bregando por la despenalización del aborto. Ni siquiera la despenalización total sino la despenalización por las tres causales: violación, malformación fetal y peligro de muerte de la madre. Y ni siquiera eso lo hemos logrado.
Sin embargo, se puede observar que, aunque no se haya roto con la gran mayoría de los estereotipos culturales que subordinan a las mujeres, sí hay una práctica cada vez más distinta de las mujeres, se reconozcan o no feministas.
Pero ya no soportan determinadas conductas masculinas que para mujeres de mi generación o incluso un poquito después eran normales. Unas cosas que estaban normalizadas sin discusión. Sí ha cambiado, pero yo creo que el movimiento feminista necesita otros aires.