Un estudio de la institución médica australiana Walter and Eliza Hall Institute (WEHI) ha revelado que cerca del 3 % de la población mundial padece un cambio genético que aumenta el riesgo de inflamación en el organismo: uno de los medios a través del cual se manifiestan un sinnúmero de enfermedades.
Sarah Garnish, principal autora de la investigación, publicada en Nature Communications, asegura que algunos seres humanos portan una variación del MLKL, un gen que regula uno de los mecanismos de muerte programada de las células en los tejidos, que ocurre cada minuto y a propósito. «Es un proceso esencial que protege nuestro cuerpo de enfermedades eliminando células no deseadas, dañadas o peligrosas y previniendo la propagación de virus, bacterias e incluso cáncer», explica el WEHI.
En concreto, el MLKL es esencial para desencadenar la llamada necroptosis, una muerte celular que ocurre en una amplia gama de enfermedades y que, según Garnish, se distingue por su «ferocidad», ya que «las células esencialmente explotan». Esto hace «sonar una alarma para que otras células del cuerpo respondan» y es así como el sistema inmune entra en acción y pone en marcha el proceso de inflamación para eliminar los restos celulares.
De este modo, cuando el organismo requiere desencadenar la necroptosis, desactiva los «frenos celulares» que mantienen al MLKL bajo control. Sin embargo, tal y como lo demostró Garnish y su equipo, «entre el 2 % y el 3 % de las personas tienen una forma de MLKL que responde menos a las señales de parada». «Aunque un 2 % y un 3 % no parece mucho, si se considera la población mundial, esto equivale a muchos millones de personas», advierte la doctora.
¿Qué significa?
Portar una copia de esta variante genética de MLKL podría traducirse en una mayor probabilidad de desarrollar ciertas enfermedades, especialmente patologías inflamatorias. «Cuando la necroptosis no está controlada o es excesiva, la respuesta inflamatoria puede desencadenar una enfermedad», recalca la investigadora.
Sin embargo, tal y como señala Joanne Hildebrand, coautora del estudio y líder del proyecto para la comprensión del MLKL, no basta con una particularidad genética como esta para aumentar el riesgo de enfermedades inflamatorias y reacciones graves a las infecciones. El estilo de vida de una persona, su historial de infecciones y su composición genética más amplia son determinantes. «Tomando como ejemplo la diabetes tipo 2, es raro que un solo cambio genético determine si alguien desarrollará la enfermedad (…) Muchos genes diferentes desempeñan un papel, al igual que los factores ambientales, así como también la dieta y el tabaquismo», explica Hildebrand.
Sin bien el gen MLKL no ha sido vinculado con una enfermedad en particular, el real potencial de su compresión radica en la posibilidad de poder influenciar en la intensidad de la respuesta inflamatoria. Además, el equipo del WEHI está intentando demostrar si una necroptosis no controlada puede ser beneficiosa, por ejemplo, dotando al cuerpo de una defensa celular más fuerte frente a ciertos virus. «Los cambios genéticos como este no suelen acumularse en la población con el tiempo a menos que exista una razón para ello, y generalmente se transmiten porque hacen algo bueno», afirma Garnish.