La crisis provocada por la pandemia de coronavirus ha infligido serias pérdidas a la Santa Sede, por lo que necesita donaciones de los creyentes para mantenerse a flote, afirmó el prefecto de la Secretaría de Economía vaticana, Juan Antonio Guerrero Alves.
En particular, se prevé que los ingresos de la ciudad-Estado, que fueron de 307 millones de dólares en el 2019, se reduzcan a un 30%, hasta los 213 millones, el nivel más bajo desde que se creó la Secretaría, dijo Guerrero en una entrevista a Vatican News, publicada este viernes. En estas circunstancias, el déficit presupuestario será de 50 millones de dólares. Si no existiera el Óbolo de San Pedro, alcanzaría los 80 millones.
En respuesta a la caída de los ingresos, la Santa Sede ha recortado varios gastos, entre ellos las asesorías, casi todos los actos previstos, viajes y obras no urgentes. Al mismo tiempo, trató de no afectar al personal.
«Los gastos presupuestados para el 2021 son los más bajos de la historia reciente de la Santa Sede, pero el ahorro se ha realizado sin disminuir el servicio a la misión del papa y defendiendo los salarios y los puestos de trabajo de los empleados. Necesitamos el apoyo de los fieles», afirmó Guerrero.
«En nuestro caso, si no llegan donaciones, además de ahorrar todo lo posible, solo podemos utilizar las reservas», agregó el tesorero. Advirtió que «la liquidez del fondo del Óbolo se está agotando» y «es muy probable» que con la crisis actual el Vaticano tendrá que recurrir a los recursos de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica ya en el 2022.
En cuanto a los planes económicos de la ciudad-Estado, Guerrero aseveró que sus autoridades esperan «progresar en eficiencia, hacer más con menos, ahorrar. Mejorar la transparencia para que los fieles sepan qué se hace con sus donaciones».
«Si esto se prolonga demasiado, no podremos contener el déficit si no es con el apoyo de los fieles», resaltó el prefecto.