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Papa Francisco: “Rezo todos los días a San Miguel Arcángel para que me ayude a vencer al diablo”

 

Dios, el diablo, la guerra, Caín y Abel, el calvario de Jesús que se repite cotidianamente en cada dolor humano: son algunos de los temas abordados en una larga entrevista de la RAI 1 con el papa Francisco realizada en la tarde del Viernes Santo, por la periodista Lorena Bianchetti.

Y agregó: “En este momento, en Europa, esta guerra nos golpea mucho. Pero miremos un poco más allá. El mundo está en guerra, el mundo está en guerra. Siria, Yemen, y luego piensa en los rohingya, expulsados, sin patria. En todas partes hay guerra. El genocidio de Ruanda hace 25 años. Porque el mundo ha elegido -es duro decirlo pero ha elegido el patrón de Caín y la guerra es implementar el cainismo, es decir, matar al hermano.”

La periodista le preguntó si era posible alguna forma de mediación o diálogo con quienes sólo desean la opresión.

“Cuando digo que no se puede dialogar con el diablo, es porque el diablo es el mal, ¡sin nada bueno! -respondió el Papa- Digamos que es como el mal ]absoluto. ¡Es el que se ha rebelado totalmente contra Dios! Pero con las personas que están enfermas, que tienen esta enfermedad del odio, se habla, se dialoga, y Jesús dialogaba con muchos pecadores, incluso hasta con Judas al final como ‘amigo’, siempre con ternura, porque todos tenemos siempre algo bueno”. Por eso, siguió diciendo, cuando “estamos frente a una persona tenemos que pensar qué digo de esta persona: el lado malo o el lado oculto, que es más bueno. ¡Todos tenemos algo bueno, todos! Es precisamente el sello de Dios en nosotros.”

Nunca hay que decir “éste es un condenado”, señaló Francisco porque “Dios siempre trata de salvarnos hasta el final, porque Él ha sembrado en nosotros la parte buena. Lo sembró también en Caín y Abel, pero Caín hizo una acción de violencia y con esta acción se hace una guerra2.

Lorena Bianchetti señaló que vivimos en una sociedad en la que a veces “lo diabólico es decididamente más fascinante, más estimulante que lo bueno, lo honesto, lo amable e incluso lo espiritual”.

“El diablo siempre busca nuestra destrucción. Porque somos la imagen de Dios”. Y volviendo al Viernes Santo, ilustró: “Jesús muere, muere solo. En la soledad más absoluta (…) porque quiso descender a la más horrible de las soledades del hombre para levantarnos desde allí. Él regresa al Padre, pero primero bajó, está en cada persona explotada, que sufre guerras, que sufre la destrucción, que sufre la trata. Cuántas mujeres son esclavas de la trata, aquí en Roma y en las grandes ciudades. Es obra del mal. Es una guerra.”

La periodista citó a Dostoievski que en Los hermanos Karamazov dijo que la batalla entre Dios y el demonio es en el corazón mismo del Hombre.

Dostoievski: "Es el duelo entre Dios y el diablo: el corazón humano es el campo de batalla" (Shutterstock)
Dostoievski: «Es el duelo entre Dios y el diablo: el corazón humano es el campo de batalla» (Shutterstock)

“Es allí donde se juega -coincidió Francisco-, porque cada uno de nosotros tiene dentro de sí la posibilidad de hacer lo que hacen estas personas que destruyen a la gente, explotan a la gente, porque el pecado es una posibilidad de nuestra debilidad y también de nuestra soberbia”.

Consultado sobre qué decirles a los padres que en la guerra viven el dolor y la desesperación de ver, por ejemplo, a sus hijos heridos por una bomba, Francisco respondió: “He tenido que aprender muchas cosas y todavía tengo que aprender porque espero vivir un poco más. Y una de las cosas que he aprendido es a no hablar cuando alguien está sufriendo. Ya sea a un enfermo o en una tragedia. Los tomo de la mano, en silencio”.

“Frente al dolor: silencio -siguió diciendo-. Y llanto. Es cierto que el llanto es un don de Dios, es un don que debemos pedir: la gracia de llorar, ante nuestras debilidades, ante las debilidades y tragedias del mundo. Pero no hay palabras.”

Y volvió a Dostoievski, para evocar “ese pequeño libro” que resume “toda su filosofía, su teología”, Memorias del subsuelo. “Muere uno – son condenados, presos que están en el hospital –, lo toman y se lo llevan. Y el otro, desde la otra cama, dice: ‘Por favor, ¡deténganse! Este también tenía una madre’. La figura de la mujer, la figura de la madre, delante de la cruz. Este es un mensaje, es un mensaje de Jesús para nosotros, es el mensaje de su ternura en su madre.”

La periodista evocó entonces esa escena al pie de la cruz de Cristo en la cual predominan las mujeres. “Me vienen a la mente las mujeres”, le dice, “la fuerza de las mujeres”. “Me vienen a la mente las madres rusas, las madres ucranianas -agrega Bianchetti-, ¿qué importancia tiene un papel activo de las mujeres en la mesa de negociaciones para construir concretamente la paz?”

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