Por Emilia Santos Frias
En la actualidad, fruto de las vorágines del siglo de la conectividad, las personas estamos dando acceso a otras para que influyan en nuestros valores, actitudes, comportamientos y pensamientos. Esta acción no es nueva, siempre el ser humanos ha admirado a otros semejantes: iconos, influenciadores, paradigmas de bien hacer; reformadores sociales, pacifistas…, lo que sí es vigente y a la vez nociva, es la ola de presión social difusa, difundida desde los distintos contactos de redes sociales y medios electrónicos.
Esta presión social difusa o influencia que ejercen personas en los valores, actitudes, pensamientos de otras, que, “obliga a consumir lo que no nos interesa, a comprar lo que no se necesita”, evidencia comportamiento pernicioso. Debido a también estrategias de manipulación, con las que fuerzan a la gente a exhibir actitudes que pudieran ser desacertadas o a realizar acciones con las no están cómodos.
La buena noticia es que podemos frenar la presión social difusa, identificando y fortaleciendo nuestra autoestima, valores: valorándonos y amándonos, siendo fiel a principios positivos aprendidos en el seno familiar…, siendo personas asertivas.
“Necesitamos rebeldía para aprender, para hacer”. No dejarnos distraer de nuestras metas, las redes sociales tienen don para desviar nuestra atención, si lo permitimos, y hacernos obviar temas importantes. Quien vive en búsqueda de conocimientos debe identificar este gancho, y las tácticas de combate ante su gigante poder actual.
“Una forma de distraer a la masa es inundando los medios de comunicación de noticias banales, o menos relevantes para el progreso social. El objetivo es distraer y mantener la mente de la gente ocupada”.
Quienes nos manipulan, han estudiado cómo hacerlo, con ello, su objetivo muchas veces es conseguir que erremos en la toma de decisión, perjudicial para quien le elige, beneficios para el manipulador. Es bien sabido, que diferir es propio de los regímenes democráticos, enriquece el debate, ejercicio de derechos y compromisos ciudadanos. Entonces, ¿por qué no evitamos el Timsit; que nos utilicen?
Bien dijo el respetado lingüista y analista político, Noam Chomsky, “la libertad sin oportunidades es un regalo endemoniado y negarse a dar esas oportunidades es criminal”.
Con la manipulación negativa, esa que se proyecta solo para el bien particular, nunca colectivo; implícita en los contenidos vertidos por los medios de comunicación de masa, sus generadores, penetran a nuestras emociones para obtener sus propósitos…, y poco a poco atrofian la criticidad humana.
Por tanto, pueden fortalecer la ignorancia en la población. Claro, si lo permitimos, pueden hasta controlar el razonamiento, y mantener a las personas sumergidas en el miedo, del que nos habló Thomas Hobbes en 1651 en su libro El Leviatán: datos erróneos y engaños en el discurso, solo conducen a efecto nefasto sobre nuestra prudencia…
Por eso, la población debe mantenerse atenta, y demandar con espíritu cívico, cuando sea necesario, la correcta observancia del compromiso de los medios de comunicación: fuente esencial de información, que comunican, entretienen, informan, educan, enseñan, influyen y fomentar que la persona cree su propia opinión. Al tiempo de controlar a los seres humanos. Característica ponderable, perennemente, si es para el bienestar común.
Es importante identificar métodos y técnicas de manipulación en medio de comunicación de masa, porque con ellos nos hacen ejercitar activismo. Este siempre será positivo, si la causa es un cambio social, para el bienestar generalizado. Pueden observarse en campañas y mítines políticos, con promesas, a veces, vanas.
Además, en propaganda, y su información subjetiva, para cambiar actitudes y forma de pensar. De igual forma, en comunicados, publicaciones en redes sociales; bulos o bromas; entrevistas, publicidad y marketing de productos y servicios. Aquí la manipulación es alta.
Como seres humanos; somos eso: personas, no objetos. En ese sentido, tenemos que tener ojo avizor para impedir intentos de manipulación. Que alguien procure dominarnos, y así, conducir nuestra conducta, con tejemaneje intelectual; esquemas mentales; el lenguaje y la palabra como talismán…, ella, tiene demasiado poder. Alguien dijo alguna vez, que “las palabras son a menudo en la historia más poderosas que las cosas y los hechos”. iUsémosla para hacer contribuciones al desarrollo nacional, en el está impregnada la riqueza cultural!
Hasta la próxima entrega.
La autora reside en Santo Domingo
Es educadora, periodista, abogada y locutora.
santosemili@gmail.com