En su reciente informe epidemiológico sobre el covid-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que sigue observando «un aumento significativo de la transmisibilidad y un número creciente de países que notifican brotes» asociados a la variante del coronavirus B.1.617.2, denominada como Delta y registrada por primera vez en la India en octubre del año pasado.
El 11 de mayo, la OMS catalogó la cepa Delta como una «variante de preocupación» y, a día de hoy, de acuerdo con los datos de la base GISAID de rastreo de mutaciones del SARS-CoV-2, esta variante está presente en 67 países, con la mayoría de los casos registrados en Reino Unido (21.552), India (5.749), Estados Unidos (2.097), Alemania (633), Canadá (360) y Singapur (295).
Expertos de India estiman que la cepa Delta es un 50 % más contagiosa que la cepa Alfa, detectada inicialmente en Reino Unido, y es la «causa principal» de la mortífera segunda ola de la pandemia en el país asiático. La mutación es responsable del 95 % de los casos del covid-19 en Singapur, ya se ha vuelto dominante en Reino Unido y pronto podría serlo también en EE.UU. A su vez, en Alemania temen que Delta podría propagarse aún más por el territorio nacional en los próximos meses y que a estas alturas es poco realista pensar que podrá evitarse ese escenario.
¿Cuán peligrosa es?
En el caso de los pacientes indios que se contagiaron con la cepa Delta, en lugar de los problemas respiratorios, los principales síntomas incluyen discapacidad auditiva, dolores de estómago, náuseas, vómitos, pérdida de apetito, dolor en las articulaciones, trastornos gástricos graves y coágulos sanguíneos de tal grado que pueden provocar gangrena, mientras que en Inglaterra y Escocia los primeros datos solo sugieren que esta variante conlleva un mayor riesgo de hospitalización en comparación con la que circulaba anteriormente en Reino Unido.
El cardiólogo de Bombay Ganesh Manudhane contó a Bloomberg que durante los últimos dos meses trató a ocho pacientes que desarrollaron complicaciones trombóticas —según sospechan sus colegas, debido a la cepa Delta— y a dos de ellos hubo que amputarles los dedos o un pie entero por microtrombos que conllevaron la necrosis del tejido afectado.
Manudhane señaló que a lo largo de todo el año pasado vio tres o cuatro casos así en su práctica, pero «ahora es un paciente a la semana», y los coágulos de sangre se observan en distintos grupos de edad, incluso entre pacientes que no tuvieron problemas de ese tipo en el pasado, así que por ahora los médicos indios no entienden por qué algunos desarrollan los trombos y otros no.
Durante la segunda ola de la pandemia en la India, entre los enfermos de covid-19 se reportaron asimismo casos de formación de coágulos en los vasos sanguíneos que irrigan al intestino. El único síntoma de estos pacientes son dolores del estómago, mientras los cirujanos locales advierten que ya ha habido casos cuando los trombos provocaron una gangrena intestinal, que puede ocasionar la muerte.
¿Y ahora qué?
El político y científico alemán Karl Lauterbach afirma que ante el incremento de los casos de covid-19 causados por la cepa Delta, «lo clave es una tasa de vacunación muy alta, lo que reduce la mortalidad». Sin embargo, todavía se desconoce si las vacunas existentes protegen ante esta variante del coronavirus y se necesitan más estudios acerca de su impacto.
Entre tanto, los datos de las autoridades sanitarias británicas apuntan a que las vacunas actuales son menos eficaces frente a la cepa Delta en comparación con la Alfa, así como tampoco se sabe si ayudan a prevenir el desarrollo de formas graves de covid-19 de esta variante o si son capaces de reducir su transmisibilidad.
El médico indio Abdul Ghafur, especialista en enfermedades infecciosas de la ciudad de Chennai, situada en el sur del país, defiende que ya es hora de desarrollar nuevas vacunas teniendo en cuenta las nuevas variantes del coronavirus.
«No podemos adelantarnos al virus, pero al menos podemos seguirle el ritmo», comentó Ghafur a Bloomberg, destacando la naturaleza «impredecible» del covid-19. Si bien el año pasado la comunidad científica pensó que había aprendido lo principal sobre su nuevo enemigo, ahora esto ha cambiado y ya no es así, concluyó el experto.