Por Emilia Santos Frias
Replantar las zonas impactadas en nuestro territorio a causa de la intromisión de la mano humana, la agricultura y la industria…, o por fenómenos naturales, es un compromiso de Estado, de la defensa que debe ejercer cada persona para preservar los variados e importantes regalos que ha otorgado la naturaleza a este hermoso país verde; bañado de agua dulce; rociado de azúcar, arroz, cacao, tabaco y café; acompañado de plátano y aguacate. Una nación bendita, colocada en el mismo trayecto del sol, como dijo el Poeta Nacional, don Pedro Mir.
Reforestar la nación, preservar el cinturón verde; los bosques, los manglares, la vida en todas sus especies, es un compromiso de seguridad nacional, y esta implica la defensa de nuestros valores y derechos constitucionales, si se quiere obtener desarrollo social: justicia, prosperidad y progreso. Procura entonces, la preservación, permanencia y prolongación del Estado; así, dentro del él, habrá bienestar para sus ciudadanos. Es decir, que este es un enfoque general, dirigido a proteger derechos como la libertad y bienestar de las personas.
Pero esta, cada día puede estar amenazada por nuevos peligros y amenazas que se deben enfrentar. En el caso de la rampante, deliberada y dirigida deforestación en zonas de importancia vital de nuestro territorio, es un crimen que no es desconocido, pero sí permanente, cometido por manos inescrupulosas, con más creciente sed de dañar la vida humana, vegetal y animal de nuestro territorio. No han encontrado castigos rigurosos para frenar su execración.
Totalmente de acuerdo con el presidente de la República, licenciado Luis Abinader, al indicar recientemente, que: “el Plan Nacional de Reforestación es una cuestión de seguridad nacional”. Esto así, porque es responsabilidad de todas y todos desarrollarlo de manera permanente, defender y proteger la colocación de la capa vegetal en las principales cuencas hidrográficas, zonas devastadas e impactadas por la industrialización y la agricultura, así como, por el machete de malos seres humanos.
Es un encargo de todas las personas, grupos profesionales y sociales, de las 334 instituciones y órganos de la administración públicas: el Poder Ejecutivo, con sus 24 Ministerios; 4 comisiones, entre ellas, Efemérides Patrias y Feria del Libro… Los 26 consejos actuales, como salud; seguridad ciudadana; seguridad y salud ocupacional. Además, los 12 gabinetes; política medioambiental y desarrollo físico…, también de las 144 direcciones; Bellas Artes, Bienes Nacionales…
Es un compromiso país, que por ende asiste a los 95 órganos descentralizado funcionalmente o entes, con personalidad jurídica: bancos, institutos, superintendencias…, y a los descentralizado territorialmente, como los gobiernos locales, compuestos por 158 ayuntamientos y 234 Distritos Municipales. Asimismo, a los poderes legislativo y judicial; a los órganos constitucionales extrapoder o con autonomía reforzada; las empresas privadas; organizaciones de la sociedad civil; agencias internacionales que tienen oficinas en el país, y realizan trabajos importantes en la defensa de los derechos fundamentales, humanos, medioambientales de la población.
Realizar jornadas constantes de reforestación como parte de su compromiso social, individual y colectivo, es también propiciar que tengamos un medio ambiente sano, agua limpia, vida en los distintos ecosistemas, energía no contaminante…, de igual forma, en colectividad se combate al cambio climático y sus efectos, cada vez más brutales con la vida humana y las economías mundiales.
Reforestar nuestra media isla es un compromiso impostergable. No vive bien quien no está seguro. Tenemos derecho a vivir en un medio ambiente sano. Pero, debemos cumplir con el deber de preservarlo, protegerlo y conservarlo libre de contaminación. !Eso es garantía de salud!
Hasta pronto.
santosemili@gmail.com
La autora reside en Santo Domingo
Es educadora, periodista, abogada y locutora.