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Residentes de una localidad cerca de Madrid llevan dos años sin luz

Los habitantes de la comunidad española Cañada Real Galiana, ubicada a solo 20 kilómetros de Madrid, llevan dos años sin electricidad, mientras la crisis energética en el país europeo provocada en parte por las sanciones de Occidente contra Rusia, se agrava.

Ante la falta de atención por parte de las autoridades, las personas de la localidad se ven obligadas a abandonar sus hogares, amigos y seres queridos o luchar por la supervivencia.

En el asentamiento irregular, uno de los más grandes de Europa, más de 1.800 menores han estado viviendo en condiciones indignas durante más de 730 días sin electricidad, mientras el agua viene y va.

Los residentes del lugar han denunciado el abandono y la exclusión que han padecido constantemente y que ahora se han intensificado porque no tienen los mínimos indispensables para vivir. Purificación Salazar, que lleva viviendo en Cañada Real más de dos décadas, comenta que no recuerda haber sentido nunca un abandono tan grande. «Estamos como en un tercer mundo. Aquí nos tienen olvidados», expresó.

Para algunas vecinas el fin último del corte de suministro de electricidad es evidente: empujarlas a que se vayan de la comunidad. Elena Martín reconoce que el suelo no es suyo, pero pide que le ofrezcan condiciones justas, señalando que junto a su marido construyó su hogar ladrillo a ladrillo. Además, la solución de darle un piso de alquiler por un año prorrogable a decenas de kilómetros de donde vive es insuficiente.

Por su parte, el Gobierno local y regional han apostado por evacuar las zonas más excluidas del asentamiento. En los últimos meses, los hogares de una parte importante del sector seis han sido demolidos y cientos de familias han visto sus casas totalmente destruidas, mientras que miles de personas han sido realojadas en otros municipios de la Comunidad de Madrid.

El traslado a otras zonas supone un alivio para muchos padres y madres por la ausencia de servicios que sufrían. Sin embargo, también supone dejar atrás recuerdos, amigos y familiares que ahora están dispersos por toda la región.

Liria Manzano, realojada del asentamiento, lamenta que no tienen otra opción que irse. «Si no cogemos la otra vivienda te quedas en la calle y en la calle no te vas a quedar con dos hijos», manifestó.

Más allá de que los realojamientos sigan llevándose a cabo, hay 4.000 personas en la Cañada Real que necesitan electricidad de forma urgente. El invierno está a la vuelta de la esquina, por lo que activistas y organizaciones humanitarias piden que se respeten sus derechos.

Fuente: RT

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