El Pentágono se enfrenta a la crisis de reclutamiento militar más profunda en la historia del Ejército estadounidense al estar perdiendo su principal fuente de nuevos reclutas, que son las familias de los propios militares, informó The Wall Street Journal. Actualmente, un 80% de los nuevos reclutas son personas que tienen algún familiar que ha servido en el Ejército.
Según reportes de funcionarios militares, los soldados en servicio y retirados disuaden cada vez más a sus familiares de alistarse en el Ejército por diversos factores, como los bajos salarios, los problemas de salud, el acoso dentro de la institución y las malas condiciones de alojamiento, socavando de este modo la tradición del servicio multigeneracional. El almirante Mike Mullen, exjefe del Estado Mayor Conjunto, declaró que «madres y padres, tíos, entrenadores y pastores no ven [el servicio militar] como una buena opción».
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El año pasado el Pentágono se quedó un 25 % por debajo de su cuota de reclutamiento y pronostica para 2023 el peor déficit jamás experimentado. Así, este año el Ejército espera terminar con unos 15.000 por debajo del objetivo de 65.000 reclutas. En este contexto, la Marina afirmó que es probable que este año falten 10.000 de los 38.000 reclutas necesarios, mientras que la Fuerza Aérea pronosticó un déficit de 3.000 de 27.000 reclutas.
El Departamento de Defensa destaca que, al existir un amplio mercado de trabajo, actualmente los jóvenes tienen muchas opciones no militares. Según los datos del Pentágono, el año pasado solo el 9% de los jóvenes de 16 a 21 años consideraban el Ejército como una salida laboral, frente al 13% de antes de la pandemia.
Para responder a esta crisis, la secretaria del Ejército, Christine Wormuth, planea revisar el proceso de reclutamiento, presentando una propuesta tan radical que el Congreso podría necesitar aprobar una ley para promulgarla. Wormuth agregó que un elemento clave de esta propuesta será la coordinación con los grupos de veteranos para frenar la preocupante tendencia. «En este momento no estamos aprovechando de manera integral y estructurada nuestras relaciones con las organizaciones de veteranos», señaló la secretaria.
Problemas que afectan el reclutamiento
En los últimos años se han multiplicado los problemas en el Ejército que disuaden a los jóvenes estadounidenses de servir en las FF.AA. Uno de ellos son los bajos salarios que reciben los nuevos soldados, que apenas alcanzan 2.000 dólares al mes y en ocasiones obligan a las familias militares a vivir de cupones de alimentos. «Si es demasiado costoso servir en el Ejército, las familias no recomendarán el servicio«, indicó Kathy Roth-Douquet, directora ejecutiva de Blue Star Families, un grupo de defensa de familias militares.
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Otros graves problemas denunciados por los soldados son las malas condiciones de alojamiento, el acoso y la falta de apoyo para problemas de salud mental como el suicidio. «A los padres les preocupa: ‘Oye, si mi hijo se alista en el Ejército, ¿va a tener buenos lugares para vivir? Si mi hijo se alista en el Ejército, ¿va a sufrir acoso sexual o va a ser más propenso a las ideas suicidas?'», explica Wormuth.
Al mismo tiempo, Katherine Kuzminski, jefa del Programa Militar, Veteranos y Sociedad del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, un grupo de expertos bipartidista sobre seguridad, culpó a la pandemia de la falta de reclutas, afirmando que durante ese periodo no hubo reclutadores en las escuelas y universidades, limitando el acceso al servicio para muchas personas.
Los altos estándares que se exigen para alistarse son otra de las razones de la carencia de personal. Según el Pentágono, el 77 % de los jóvenes estadounidenses están descalificados para el servicio militar por falta de aptitud física, bajas calificaciones en los exámenes, antecedentes penales (incluido el consumo de drogas) u otros problemas.