El expresidente estadounidense Donald Trump cree que su nación debería tomar medidas militares si los talibanes* no devuelven los miles de millones de dólares en equipos militares que quedaron en Afganistán, según lo expresó este lunes en un comunicado, informan medios locales.
«Nunca en la historia se ha gestionado tan mal o de manera tan incompetente una retirada de guerra como la retirada de Afganistán por parte de la Administración Biden», reza el texto. «Se debe exigir que todo el equipo sea devuelto inmediatamente a EE.UU., y eso incluye cada centavo de los 85.000 millones de dólares en costo», añade.
«Fuerza militar inequívoca»
En este sentido, el exmandatario sostiene que si el movimiento que gobierna ahora el país centroasiático no accede a ello, Washington «debería entrar con una fuerza militar inequívoca y conseguirlo o, al menos, bombardearlo«.
El pasado 15 de agosto, los talibanes tomaron Kabul, la capital del país, y dieron por finalizada su ofensiva en todo Afganistán. El presidente Ashraf Ghani renunció a su cargo y abandonó el país.
Los avances de la insurgencia se intensificaron durante la última fase de la retirada definitiva del contingente internacional liderado por EE.UU., que comenzó el pasado mes de abril. Se cree que el movimiento se ha hecho con el control de una gran cantidad de equipos estadounidenses, incluidas armas, automóviles y aviones.
Duras críticas a Biden
«No tenemos una imagen completa, obviamente, de a dónde ha ido cada artículo de material de defensa, pero, ciertamente, una cantidad considerable ha caído en manos de los talibanes, explicó Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Con anterioridad, Trump afirmó que su sucesor, Joe Biden, debería «renunciar en desgracia» por la crisis de Afganistán en medio del auge talibán, una situación que calificó como «una de las mayores derrotas en la historia de EE.UU.».
Asimismo,elexpresidente criticó duramente al actual Gobierno por la gestión de la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, que calificó como «la mayor humillación en política exterior» de la historia de la nación norteamericana.