Un análisis forense confirmó que un bebé de un año murió por fuego policial cuando unos agentes balearon la camioneta que manejaba su padre a finales de noviembre en Kawartha Lakes, una zona rural de Canadá.
Las pruebas incluyeron la autopsia del cadáver del menor, así como el estudio de las manchas de sangre, los casquillos en el vehículo y la trayectoria de las balas.
El 26 de noviembre del año pasado, policías de Ontario respondieron a una denuncia por una disputa casera: un varón presuntamente armado habría secuestrado a su bebé.
Los oficiales le cortaron el paso, ese hombre de 33 años colisionó contra una patrullera y otro auto y tres uniformados abrieron fuego: el menor falleció en el vehículo y el chofer murió en un hospital una semana después.
Tras el incidente, requisaron dos escopetas y una pistola policiales, así como otra arma descubierta en la camioneta.
Todavía no se ha presentado ninguna acusación contra los policías y la Unidad Especial de Investigaciones continúa sus pesquisas.