El lago Hamrin, el mayor reservorio de agua de riego de la provincia de Diyala, en el norte de Irak, y uno de los más grandes del país, casi se ha secado, declaró este viernes el asesor principal del Ministerio de Recursos Hídricos iraquí, Aoun Dhiab.
«Ha habido una fuerte reducción en el nivel del agua; las reservas actualmente se sitúan en 130 millones de metros cúbicos frente a los 2.000 millones de metros cúbicos habituales«, señaló el funcionario citado por AFP.
De acuerdo a Dhiab, a este resultado contribuyeron varios factores, entre ellos una sequía prolongada, la construcción de presas en el vecino Irán y los proyectos de desvío del río tributario del lago, el Alwand.
La situación pone en riesgo la agricultura de la región, de más de 1,6 millones de habitantes, advirtió Dhiab. «No hay otras fuentes de agua en la provincia; el volumen que llega al lago Hamrin es el volumen utilizado en la provincia», indicó el funcionario.
Tres días antes, desde el ministerio señalaron al diario Al Saabah que el embalse ya había alcanzado el mínimo de este año y que, desde entonces, empezó a llenarse de nuevo gracias a la apertura de la presa de Darbandijan, en el Kurdistán iraquí.
Aunque no se trata de la primera sequía del Hamrin —en 2009 se registró una situación similar—, refleja los problemas de la nación, de 40 millones de ciudadanos, en general. Así, en abril, Dhiab señaló que los recursos hídricos de Irak se habían reducido en un 50 % en comparación con el año previo. Precisó que el país árabe ha vivido tres «años sucesivos de sequía: 2020, 2021 y 2022».
Por su parte, Salah al-Hajj, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advirtió de una posible disminución significativa de la cosecha iraquí en el 2022.
«Si consideramos [la provincia de] Nínive, hay una estimación clara de que una parte importante de los cultivos dependientes de la lluvia, un mínimo del 70 u 80 %, no llegarán a la etapa de la cosecha. […] Hay escasez de producción de trigo para esta temporada como resultado de la falta de lluvia», afirma el funcionario citado por el portal kurdo Rudaw, que además opinó que Bagdad tendrá que importar los alimentos para mitigar las consecuencias de la sequía.
¿Rumbo a la crisis alimenticia mundial?
Recientemente la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés) publicó un informe donde constató que el número y la duración de las sequías han incrementado un 29 % desde el año 2000. Pronosticó que, si no se toman medidas urgentes, 700 millones de personas correrán el riesgo de ser desplazadas por la sequía para 2030, mientras que para 2040, uno de cada cuatro niños vivirá en zonas con escasez extrema de agua.
De cara a 2050, las sequías pueden afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial, con hasta 5.700 millones de personas viviendo en zonas con escasez de agua durante al menos un mes cada año, frente a los 3.600 millones actuales.
Paralelamente, las interrupciones en la cadena de suministro global, el conflicto ruso-ucraniano y las sanciones contra Rusia, así como sequías en otras regiones del mundo, han provocado ya un incremento de los precios globales de alimentos «en un tercio y ahora están en niveles récord», advirtió el 7 de mayo la ministra de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania, Svenja Schulze.