La última victoria de la selección española de fútbol en la Eurocopa que se está celebrando en Alemania, que le dio el paso a la final que tendrá lugar el próximo domingo en Berlín, ha vuelto a poner el foco en el racismo de una parte de la sociedad española.
Las dos figuras más brillantes del combinado español son Lamine Yamal, de 16 años, y Nico Williams, de 22. El primero nació en España, de padre marroquí y madre ecuatoriana; mientras que los padres del segundo, también nacido en España, tuvieron que atravesar el desierto del Sáhara y saltar la alambrada de Melilla para llegar a España desde su Ghana natal.
Las alabanzas a las dos jóvenes estrellas llegan en un momento en que en el país se cuestiona la llegada de migrantes, especialmente los que lo hacen en situación irregular, y la ultraderecha ha lanzado una campaña en contra de los niños y adolescentes migrantes no acompañados por adultos, a quienes vinculan directamente —sin prueba alguna— con la delincuencia y la inseguridad.
Mientras tanto, los elogios que se suceden desde que comenzó el campeonato conviven con muestras de racismo tanto en las redes sociales como, incluso, en periódicos de prestigio y tirada nacional.
La nacionalidad, ¿cuestión de color?
La polémica engordó con los comentarios que pondrían en duda la nacionalidad de las dos estrellas, basándose solo en su color de piel. Una situación que también ha vivido en los últimos años la atleta Ana Peleteiro, nacida y criada en el noroeste de España, en Galicia, de donde proviene toda su familia materna, pero que ha visto cuestionada su españolidad por su color de piel.
De hecho, los comentarios peyorativos recibidos por estos deportistas no se han dirigido a otras personalidades del deporte, como el luchador Ilia Topuria, nacido en Alemania de padres georgianos, o el jugador de la selección de fútbol Robin Le Normand, francés que adquirió la nacionalidad española el año pasado. Topuria y Le Normand son blancos.
De «estercolero multicultural» a símbolo
La presencia de Yamal y Williams, si bien ha puesto en marcha una maquinaria racista y xenófoba , también ha contribuido a desmigajar algunos discursos ya dar luz a una generación de niños y adolescentes que han crecido en un contexto de alza de las plásticas de extrema derecha en el país.
Así, la visibilidad de estas figuras es importante en barrios como el humilde de Rocafonda, en la ciudad catalana de Mataró, donde se crió Yamal y que se ha convertido en todo un símbolo, después de que el jugador celebrara sus goles haciendo un gesto con la mano que representa el número 304, como termina el código postal de las calles que le han visto crecer.
De hecho, se trata de un barrio, como muchos otros en ciudades españolas en las que la migración hace varias décadas que se hizo presente, con vecinos llegados casi de cualquier punto del planeta. Unos barrios a los que los políticos del partido de extrema derecha Vox han llamado «estercoleros multiculturales».
¿Exceso de meritocracia?
Durante estos días también se está asistiendo a una vanaglorización individualizada, dando a entender que estos dos chicos son diferentes a otros con la misma procedencia.
Se ha puesto el acento en que ellos sí se han integrado, a pesar de que los dos nacieron en el país, y de los excelentes méritos que acumulan a nivel deportivo, sobre todo en una nación que idolatra el fútbol. De manera que queda un poso que parece decir que si lo haces bien, se concede magnánimamente la españolidad; pero si no es así, hay libertad para proferir todo tipo de injurias racistas.
Por el contrario, han aparecido discursos que abogan por el respeto universal sin necesidad de que las personas de origen migrante tengan que realizar acciones heroicas.
Estereotipos, política y xenofobia
La irrupción de las dos estrellas del fútbol español llega en un momento en el que la política tiene en el centro del debate la cuestión de la inmigración ilegal.
Precisamente este viernes el país asiste a una cascada de dimisiones en los Gobiernos de varias Comunidades Autónomas después de que la pasada noche la ejecutiva de Vox decidiera romper todos los acuerdos de gobierno que mantenía con el Partido Popular (PP).
El motivo fue que los populares habían llegado a un pacto para acoger a niños y adolescentes migrantes llegados sin la tutela de un adulto a las Islas Canarias, región que está enfrentando una crisis humanitaria y cuyo sistema de acogida hace tiempo que se encuentra desbordado.
Desde Vox es constante la crítica a estos menores extranjeros acusándolos, sin evidencias, de delincuentes y de provocar inseguridad ciudadana. Unas críticas que no se vierten hacia los adolescentes de otras procedencias. Se trata, en resumen, de comentarios que se dirigen fundamentalmente contra menores de origen africano y de religión musulmana.
El ‘Estudio sobre las percepciones y actitudes racistas y xenófobas entre la población joven de España’, del Centro Reina Sofía de Fad Juventud, de 2022, apuntaba que el 25 % de las personas de entre 15 y 29 años, mayoritariamente varones, mostraban actitudes racistas, sobre todo contra la comunidad gitana y africana; mientras que el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del mes pasado reconocía que la inmigración es uno de los tres principales «problemas» del país para el 11,2 % de los encuestados.
De hecho, este último porcentaje entre la población española crece, según revelan los sucesivos Barómetros mensuales, en paralelo a los discursos discriminatorios y estereotipadores con los que la extrema derecha está colonizando la discusión pública en los últimos tiempos. Queda por ver si el brillante legado de Yamal y Williams cambiará esta tendencia o tendrá tan solo un efecto pasajero.
Fuente RT